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El epidemiólogo Miguel Ángel Martínez-González acaba de publicar un libro titulado ¿Qué comes? Ciencia y consciencia para resistir en el que habla de la gravedad del sobrepeso y la obesidad en la sociedad actual. Para que te hagas una idea, cada año mueren 4 años de personas por patologías asociadas a la obesidad… sí, casi cuatro veces más que el COVID-19.

En los últimos meses se ha empezado a poner en evidencia que los hábitos alimentarios son importantes para determinar la gravedad ante el contagio por COVID. Con una mayor parte de los ingresados con sobrepeso y obesidad, es necesario que la población se conciencie acerca de la importancia de la nutrición en la salud. 

¿Qué tiene de especial este libro?

Denuncia todas las mentiras que la industria alimentaria nos ha hecho creer. El dr. Martínez-González reivindica que los estudios científicos deberían ser independientes de las empresas para que los datos que nos ofrecen fueran totalmente fiables. En una entrevista para el diario El País, el autor cuenta:

Mucha de la información de nutrición que la gente recibe está motivada por intereses económicos, no por intereses de salud pública. El otro significado es que se resiste mucho mejor a una pandemia infecciosa, como el coronavirus, si uno está bien nutrido, con una dieta mediterránea.

Desde que comenzó la pandemia del coronavirus, han sido mucho los bulos que han convivido entre nosotros causando, en ocasiones, más daño que el propio virus. Por eso, es importante que acudamos a fuentes científicas que nos ayuden a encontrar respuestas a nuestras inquietudes y no pongan en peligro nuestra salud a medio o largo plazo.

El autor aboga por una dieta mediterránea como principal «vacuna» ante el coronavirus, además de hablar de la importancia de realizar actividad física y huir del estilo de vida sedentario. Aunque esto no es novedoso, sí que lo es la forma de abordar estos temas: cómo distinguir los bulos de la ciencia, cómo afecta la alimentación al covid y cuál es el futuro de la sociedad si seguimos comiendo como comemos.

obesidad y covid 19

El 80% de los pacientes graves tenían obesidad

En este artículo se muestra que el 80% de lo pacientes que tuvieron formas graves de la infección por COVID-19, que precisaron intubación, ventilación mecánica en la UVI y/o fallecieron eran obesos, según el estudio. ¿No sería entonces más lógico que se invirtiera más dinero en ofrecer herramientas nutricionales a la población? Porque el sobrepeso no solamente impacta en casos de coronavirus, sino que está asociado a numerosas patologías.

Una de las acciones que podemos hacer para protegernos y cuidarnos es prestar atención a nuestra alimentación. Reducir el número de productos ultraprocesados y azúcares es necesario en una sociedad en la que los productos de este tipo nos rodean vayamos a donde vayamos. Además, incluir más alimentos vegetales y reducir el consumo de alimentos animales tiene un impacto positivo en nuestra salud intestinal y en el cuidado de nuestra microbiota.

“Estamos viviendo la pandemia de la Covid-19, pero no hay que olvidar la epidemia de obesidad, que supone muchísimas consecuencias para la salud. Implantando políticas que ataquen a este problema de obesidad se reduciría a la vez el riesgo de enfermedades crónicas y de enfermedades transmisibles”. 

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La vitamina D sirve, pero ni sol ni suplementos

En estos últimos días hemos leído y escuchado en distintos medios que la vitamina D puede ser efectiva contra el COVID-19. Aunque es cierto que esta vitamina es beneficiosa para el sistema inmunitario en general y ha tenido buenos resultados ante otros tipos de gripes, no basta con ingerir alimentos ricos en vitamina D y tomar el sol.

La vitamina D (que en realidad no es una vitamina) no es útil si se ingiere como suplemento alimenticio. Esto lo desvela un ensayo clínico realizado por el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba junto con el Hospital Reina Sofía de la misma ciudad. Han demostrado que la sustancia química calcifediol, una prohormona que actúa de precursor de la generación de vitamina D, sí que es efectiva.

El calcifediol, calcidiol o 25-hidroxivitamina D (25-OH-D), es una prohormona que se produce en el hígado por una reacción química (hidroxilación de la vitamina D3) gracias a una enzima, una molécula orgánica que actúa de catalizador. Por lo tanto, la generación de vitamina D requiere una biotransformación previa

Tras un estudio piloto, aleatorio y abierto sobre 76 pacientes, al que se han sumado el seguimiento de otros 300 casos y una quincena de hospitales, se ha demostrado, según explica Luis Manuel Entrenas, neumólogo del Hospital Reina Sofía de Córdoba, que el calcifediol “actúa como inmunomodulador” (estimulador del sistema inmune del cuerpo para defenderse de virus). Además, “mejora la permeabilidad alvéolo capilar” (facilitando el intercambio gaseoso) y “reduce la coagulabilidad de la sangre” y, por lo tanto, los riesgos de trombosis.

Los buenos hábitos son la mejor vacuna

¿Por qué no cambiamos la mentalidad y empezamos a enfocarnos en la salud en lugar de centrarnos en la enfermedad? No hace falta estar enfermos o en riesgo para prestar la debida atención a los hábitos que seguimos.

  • Una alimentación saludable, equilibrada, sin exceso de calorías y con todos los nutrientes.
  • Un estilo de vida activo, que incluya actividad física diaria y trabajo de fuerza al menos 2 veces por semana.
  • Un descanso de al menos 7 horas diarias en un horario estable.

Si el gobierno empezara a trabajar en la prevención de gran parte de las enfermedades, ¡probablemente venir a PRAMA estaría subvencionado!

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